jueves, 25 de diciembre de 2008

EL NIÑO ARGENTINO


El Niño Argentino trata sobre un viaje a París en barco en cuya cuarta bodega viaja una vaca con su cuidador para alimentar a una familia, que está hospedada en primera clase, representantes de la oligarquía ganadera de las primeras décadas del siglo XX. Todo transcurre en esa bodega. Y lo que sucede es la perfecta construcción de un universo, la creación de un mundo poético/metafórico relacionado a la historia de nuestro país y al devenir circular de las sucesivas traiciones que lo han condenado. En El Niño Argentino se construye, por capricho y a beneficio del niño, una “Pampa a plazo fijo”, “la que quiso ser y no fue”, donde “el vaso siempre desborda” y, en el mejor de los casos, algo cae para el lado del pueblo. Esta es una obra escrita y dirigida por Mauricio Kartun. Que el gran maestro dramaturgo escriba una obra extraordinaria no es una sorpresa, si bien siempre es un gusto, lo que es extraordinario es que se desafíe a sí mismo y se proponga escribir una obra en estilo gauchesco, en verso y abordando un tema absolutamente trágico y con ello construir una comedia bellísima, sumamente irónica e inteligente. Épica y ya mítica. Y lo que es también importante destacar es el crecimiento de Mauricio Kartun como director, teniendo como referencia La Madonnita, notándose en esta obra un salto cualitativo en este rol. El Niño Argentino es una obra insoslayable, imperdible, bella, divertida y adorable.

miércoles, 24 de diciembre de 2008

RESTORANT EN EL CEMENTERIO

Si un occidental desea desayunar con cierta originalidad, quizás no se le ocurra presentarse en un cementerio, a pesar de que el necroturismo ya se practica.
Seguramente los turistas de necrópolis por ahora no se atrevan a comerse un buen croissant, sentado en un panteón.
Porque la mayoría de las culturas consideran que la comida y los muertos son incompatibles, sin embargo, en la cultura hindú es de lo más normal.
En el particular restaurante New Lucky de Ahmadabad, en el estado de Gujarat, en la India, los comensales desayunan entre las tumbas y nadie se espanta por ello. Por el contrario, creen que trae buena suerte.
El local comenzó a funcionar en la década de los ’50 cuando K.H. Mohamed abrió un puesto de venta de té frente a un cementerio musulmán de varios siglos de antigüedad. El negocio marchó bien y el local ha ido creciendo quedando entre las tumbas de cemento verde.

jueves, 18 de diciembre de 2008

PLAZA VIRGILIO


La plaza es un pequeño parque mirador, situado sobre un promontorio rocoso por encima del Río de la Plata, con una vista panorámica como no tiene plaza alguna en Montevideo.
Su ubicación es estratégica entre Punta Gorda, la playa de los Ingleses y playa Verde, donde desembarcaron los británicos hace muchos años, en tren de conquista.

La limitan calles con nombres de mar: mar Ártico y Antártico y allá abajo la rambla, con el mar-río, espacio abierto al cielo, al derroche de luz, a la languidez del atardecer, o a la furia de la sudestada.
Se llamaba “plaza Virgilio”, en recuerdo del poeta latino, (nombre de poeta) autor de la Eneida.
Desde el año 1960, un monumento de Eduardo Diaz Yepes le cambió el nombre en homenaje a todos aquellos que encontraron la muerte en el mar.
En medio de una espesa y armónica vegetación, el conjunto escultórico de bronce levantado sobre un estanque y rodeado de verde, preside la pendiente que se desenvuelve hasta la rambla.
El escultor, que era yerno de Torres García, con un par de figuras circulares, una con rayos y estrellas, sobre otra mucho más grande, representa simbólicamente la muerte desgarradora de un marino, aferrado desesperadamente al navío.
Y aquí aparece Virgilio el poeta, nacido en los albores del cristianismo, que narró la historia de Palinuro, el mejor marino de la flota de Eneas.
Y como una noche, mientras todos descansaban tranquilos, Palinuro vigilante timoneaba el barco en medio del mar, cuando cayó vencido por el sueño irreprimible, ingobernable que le envió la diosa Venus.
En vano luchó denodadamente, para no dormirse, ya había un destino trazado para él, el barco hizo una maniobra tan brusca como inesperada y Palinuro no pudo evitar caer al mar.
Él, el mejor de todos los marinos, el siempre vigilante, murió inútilmente aferrado ese timón, que se puede descubrir en el monumento.
Es sorprendente la armonía que gobierna las cosas.
Cuando recorro esta plaza, disfrutando del río ancho como mar, observo la ciudad desde esta altura recuerdo que aquí se conmemora la memoria de dos grandes: Virgilio, gloria de la literatura universal y el mítico Palinuro, venido de la tradición griega.
Y es sin duda en este parque, casi sobre el agua, la más acertada ubicación para el monumento que recuerda, a todos aquellos muertos en el mar.

lunes, 8 de diciembre de 2008

EL NIÑO ARGENTINO

El Niño Argentino es una obra escrita por Mauricio Kartunen la que el autor revela un profundo conocimiento de la sociedad argentina.

trata sobre un viaje a París en barco en cuya cuarta bodega viaja una vaca con su cuidador para alimentar a una familia, que está hospedada en primera clase, representantes de la oligarquía ganadera de las primeras décadas del siglo XX. Todo transcurre en esa bodega. Y lo que sucede es la perfecta construcción de un universo, la creación de un mundo poético/metafórico relacionado a la historia de nuestro país y al devenir circular de las sucesivas traiciones que lo han condenado. En El Niño Argentino se construye, por capricho y a beneficio del niño, una “Pampa a plazo fijo”, “la que quiso ser y no fue”, donde “el vaso siempre desborda” y, en el mejor de los casos, algo cae para el lado del pueblo. Esta es una obra escrita y dirigida por Mauricio Kartun. Que el gran maestro dramaturgo escriba una obra extraordinaria no es una sorpresa, si bien siempre es un gusto, lo que es extraordinario es que se desafíe a sí mismo y se proponga escribir una obra en estilo gauchesco, en verso y abordando un tema absolutamente trágico y con ello construir una comedia bellísima, sumamente irónica e inteligente. Épica y ya mítica. Y lo que es también importante destacar es el crecimiento de Mauricio Kartun como director, teniendo como referencia La Madonnita, notándose en esta obra un salto cualitativo en este rol. El Niño Argentino es una obra insoslayable, imperdible, bella, divertida y adorable. Admirados artistas ¡Salud! ACTORES
El Niño Argentino trata sobre un viaje a París



en barco en cuya cuarta bodega viaja una vaca con su cuidador para alimentar a una familia, que está hospedada en primera clase, representantes de la oligarquía ganadera de las primeras décadas del siglo XX. Todo transcurre en esa bodega. Y lo que sucede es la perfecta construcción de un universo, la creación de un mundo poético/metafórico relacionado a la historia de nuestro país y al devenir circular de las sucesivas traiciones que lo han condenado. En El Niño Argentino se construye, por capricho y a beneficio del niño, una “Pampa a plazo fijo”, “la que quiso ser y no fue”, donde “el vaso siempre desborda” y, en el mejor de los casos, algo cae para el lado del pueblo. Esta es una obra escrita y dirigida por Mauricio Kartun. Que el gran maestro dramaturgo escriba una obra extraordinaria no es una sorpresa, si bien siempre es un gusto, lo que es extraordinario es que se desafíe a sí mismo y se proponga escribir una obra en estilo gauchesco, en verso y abordando un tema absolutamente trágico y con ello construir una comedia bellísima, sumamente irónica e inteligente. Épica y ya mítica. Y lo que es también importante destacar es el crecimiento de Mauricio Kartun como director, teniendo como referencia La Madonnita, notándose en esta obra un salto cualitativo en este rol. El Niño Argentino es una obra insoslayable, imperdible, bella, divertida y adorable. Admirados artistas ¡Salud! ACTORES

sábado, 6 de diciembre de 2008

CAPILLA BALEADA


Una bala de cañón calibre veinticuatro está clavada en el frente de un edificio montevideano, desde hace mas de ciento noventa años.
Algunos lo atribuyen al bombardeo inglés de 1807, Isidoro de María dice que fue durante el sitio de Montevideo de 1813.
El proyectil se convirtió en reliquia histórica, por su ubicación, los hechos y el tiempo, que siempre hace de las suyas.
Se puede ver en una de las columnas del frente de la Capilla del Hospital Maciel, que fue restaurada después del cañonazo.
Es una de los edificios mas antiguos de Montevideo; el día que se inauguró estuvo presente José G. Artigas, también allí fue ensayado por primera vez el himno nacional, cantado por un coro de niños de la zona.
Como si todo esto fuera poco, otra larga historia tiene las pilas de agua bendita, vinieron de las islas Mauricio en el Océano Pacífico.
Son dos enormes y auténticas caparazones marinas, traídas por un corsario español que gentilmente, cosas de corsario, las obsequió a la capilla.

lunes, 24 de noviembre de 2008

EL OMBÚ DEL FRATRICIDIO

En el verano de 1856 varios amigos salieron de Montevideo a caballo a dar un paseo por la campaña.
Cansados de galopar, vieron a lo lejos un viejo ombú, guía de nuestros paisanos y pensaron en descansar bajo su sombra.
Se tendieron boca arriba sobre los ponchos y contemplaron sin querer las soberbias ramas de ese gigante solitario de nuestras cuchillas, cuando en su tronco les llamó la atención una cruz toscamente tallada en él.
Se perdieron en conjeturas, vagaron entre todos de una opinión a otra, cuando vieron venir hacia ellos, una mujer anciana, de caminar cansado...
Al llegar los saludó con la amabilidad que caracteriza a los habitantes del campo.
Ustedes son de Montevideo, preguntó después de haberse sentado en una de las raíces sobresalientes del ombú.
-Sí, le respondió uno de ellos y usted es de por acá?
-Hace treinta y dos años que vivo cerca.
-Entonces quizá sepa que significa esta cruz grabada en el ombú.
-Esa cruz, contestó la anciana fue grabada por mis manos y desde ese momento no he dejado de venir ni un día a este sitio…
Durante muchos años fui una mujer muy feliz, toda mi vida estaba dedicada a cuidar a mi familia.
Teníamos un pequeño campo y algunos animales y mi esposo y yo, no pensábamos en otra cosa que no fuera nuestros dos hijos y su futuro.
Ellos nos ayudaban, eran muy compañeros y todo iba muy bien hasta que llegó la guerra del 1843.
El mayor de mis hijos tenía diecinueve años, el menor diecisiete.
En esa guerra, nacida del odio de los partidos blanco y colorado, dividieron las familias, alimentaron odios y ensangrentaron la república, contaba la anciana.
Y el destino quiso que de esos dos hijos, cada uno tomara una opción política: el mayor entró de soldado en la caballería del partido blanco y el menor en el partido colorado
Una mañana temprano, siguió contando la anciana, se escucharon tiros y gritos de pelea por estas inmediaciones.
El ruido se fue acercando, hasta que oímos claramente mi marido y yo, las amenazas de muerte de ambos bandos.
Eran dos ejércitos enemigos que se habían encontrado y que se batían encarnizadamente.
De repente, se separaron del grupo dos jinetes que, alrededor de este ombú, comenzaron a buscarse, a arremeterse, a correr en diferentes direcciones, buscando herirse del modo más certero.
De pronto el que huía dio vuelta de improviso su caballo, arremetió al contrario con su lanza que lo esperaba con su lanza en alto, chocaron uno contra otro y ambos cayeron ensangrentados.
Se habían asesinado uno al otro.
La anciana no pudo continuar, cayó de rodillas e inclinó su frente, hasta tocar la cruz grabada en el tronco del ombú.
Esta historia fue recogida por Ramón de Santiago y publicada en el año 1858 en el diario La Nación de Montevideo.

lunes, 10 de noviembre de 2008

HOTEL NACIONAL CASA DE ESTUDIOS

Esta ubicado en el extremo sur de la península, frente a la bahía, entre las calles Piedras, Cerrito, Ing. Monteverde y Lindolfo Cuestas.
Allí aparece una vieja estructura, pensada para hotel por Emilio Reus en 1889 por medio de la
Cia. Nal. de Créditos y Obras Públicas
Pero nunca fue el hotel proyectado especialmente para dar alojamiento a los turistas argentinos, que en esa época ya eran muchos.
Tenia dos mil cuatrocientos metros cuadrados edificados, fue Facultad de Humanidades y Ciencias, pero desde hace años está abandonado, ocupado por una familia que ha protegido el edificio.
Marcó una época en la historia financiera y social de Montevideo, construido y proyectado por los arquitectos Parcus y Siegerist.
Era habitual por esos años, darle a los edificios un aire de suntuosidad que parecía ser sinónimo de buen augurio.
Por eso tenía grandes salones, techos cubiertos de cielorrasos de yeso dorado, columnas estucadas que se complementaban con gran cortinados de pana roja y lambrís de roble, que cubrian las paredes.
Cinco plantas de habitaciones estaban distribuidas sobre dos grandes patios interiores, una gran escalera de mármol dividía las plantas, en cuyo comienzo estaban la recepción y conserjería.
Los techos, terminados en buhardillas le daban un aspecto exótico y original, pero esas buhardillas, también llamadas “mansardas” típicas de la época, se destruyeron, en su lugar se construyeron los techos de azotea, que tiene aún.
El proyecto de Emilio Reus incluía además un edificio anexo para baños, una especie de grandes termas romanas, rodeadas de mármoles.
Pero la quiebra de Reus en el año 1890, no le permitió realizar todos sus planes y el edificio fue clausurado.
Después pasó a manos del estado, sin haber sido nunca utilizado como hotel, ni haber recibido ni un solo pasajero.
Desde noviembre de 2007 lo adquirió una compañía griega naviera y están esperando la entrega del edificio, para restaurarlo y convertirlo en oficinas.
Y Emilio Reus, que estuvo solo tres años en Montevideo y soñó con tantas grandezas murió con 32 años, pobre y olvidado en una cama del Hospital de Caridad, sin dinero ni para pagar su propia sepultura. Unos años antes, había sido el hombre más rico de Montevideo.