viernes, 30 de enero de 2015

LA PATATA TIENE HISTORIA

Breve historia de Antoine Augustin Parmentier y la patata

Augustin de Parmentier, fue un farmacéutico militar y agrónomo francés, que vivió entre los años 1737 y 1813.

Y para el que se pregunte qué importancia tiene para el mundo de la gastronomía, podemos decir que fue el mayor propagandista de la patata. En aquella época, se creía que la patata, era indigesta y perjudicial para la salud, se le acusaba de causar la lepra y las escrófulas. Por este motivo, solo se utilizaba para dar de comer a los animales y a los indigentes.

En algún que otro sitio, donde vivía gente más “valiente” se reducía a harina, se mezclaba con trigo y se utilizaba para hacer pan.

Cuando Parmentier fue hecho prisionero de guerra en Wesfalia, durante la guerra de los Siete Años, descubrió el valor nutritivo del tubérculo en cuestión, se dio cuenta que era un producto muy apreciado por la población local.
Unos años más tarde en 1772, cuando la academia de Besançon, instituyó un importante premio, para el que descubriese algún vegetal que fuese capaz de completar la alimentación humana en caso de escasez, Parmentier ganó el premio, con un trabajo en el que ensalzando las cualidades nutricionales de la patata.

Pero no fue hasta 1785, después de un año de hambrunas, que se le concedieron unos terrenos para que las cultivara y experimentará con ellas. Aunque solo comenzó a tener éxito en su tarea de darla a conocer, cuando Luis XVI empezó a pasearse con una flor de patata en la solapa.

Para darle popularidad, y conseguir que el pueblo llano la tuviera en consideración, los jardines donde se cultivaban patatas eran custodiados solamente de día por guardianes, dejándolos sin vigilancia durante la noche y dando pie de esta forma a que entrasen a robar el “preciado tesoro“, convirtiéndose así en una de las mejores campañas publicitarias de la historia.

También se imprimieron folletos de forma masiva, donde se explicaba cómo se cultivaba y su forma de empleo. Antoine Augustin Parmentier, fue nombrado inspector de Salud Pública, creó la escuela de Pastelería de Paris, escribió numerosos trabajos sobre el maíz, opio, castañas, vinos, jarabes, conservas, como extraer azúcar de la remolacha e higiene alimentaria.

También fue el que recomendó que los molinos fuesen considerados como un «instrumento de guerra» y pasasen a ser propiedad de la nación.

Durante mucho tiempo a la patata se le llamó “parmentiere”, y con ese nombre se sigue denominando a diversas elaboraciones culinarias a base de patata, como son la sopa, en tortilla, con huevos revueltos, como guarnición y cuando un picadillo está colocado entre dos capas de puré (o recubierto con una sola capa) y después es gratinado.

Foto | Wikipedia – Parmentier – Examen En Directo al Paladar | La patata, una gran fuente de potasio En Directo al Paladar | Una dieta a base de patatas Google Inc., 20 West Kinzie, Chicago IL USA 60610

jueves, 29 de enero de 2015

VIVIR QUE ES?

"Vive de acuerdo con tus sentimientos, tus principios, con respeto y honestidad, si no te has comprometido con nada en tu vida, solo habras sobrevivido."

miércoles, 28 de enero de 2015

HISTORIA DEL CIERRE METÁLICO

CIERRE METALICO HISTORIA Hubo un tiempo en el que no había cremalleras: tampoco eran muy necesarias, pues existían otras formas de cerrar prendas o de unir piezas de tela como botones y cordones. Sin embargo esos dos sistemas tenían dos problemas comunes para algunos usos, por un lado, eran muy lentos para abrir o cerrar y por otro siempre dejaban espacios abiertos. Como ocurre muchas veces, la cremallera no apareció de la nada, sino que evolucionó a través de la mano de varios inventores. La primera patente de algo similar a lo que conocemos como cierre metálico, es un sistema inventado por Elias Howe. en 1851 en Estados Unidos. Este sistema consistía en una serie de pequeños broches unidos en el medio de una tela. Eran dos piezas de dientes que encastraban perfectamente, tanto para abrir como para cerrar una prenda, con topes en ambos extremos. El sistema no era perfecto, pero la idea era ingeniosa, pasaron 40 años mas para que apareciera otro norteamericano llamado Judson que le hizo algunos cambios que no fueron suficientes. Después un sueco Gideon Sundback, en 1914, mejoro todos los diseños anteriores logró esa maravilla de precisión que es el cierre metálico. Por fin existía un cierre que se utilizaría en tiendas de campaña, trajes de buceo, etc. Indudablemente deslizar la pieza móvil para abrir o cerrar la cremallera es infinitamente más rápido que abrir o cerrar botones Salvo que alguna pieza se enganche donde no debe, que a veces pasa, claro. Al principio formaron parte de botas y tabaqueras, pero con el tiempo su uso se fue extendiendo. En los años 20 se empezaron a utilizar en pantalones y en ropa de niño, y en los años 30 la diseñadora Elsa Schiaparelli las incluyó en algunos de sus diseños de vestidos de alta costura. En poco tiempo la cremallera formaba parte de la ropa en muchos países: el mayor fabricante actual de cremalleras, la empresa japonesa YKK, fue fundada en 1934 por Tadao Yoshida, y Japón fabrica más de la mitad de las cremalleras del mundo. Al principio, las cremalleras tuvieron mala reputación. El hecho de que permitieran a una mujer quitarse el vestido muy rápido era considerado por algunos como favorecedor del sexo ilícito, de modo que las mujeres que utilizaban cremalleras eran consideradas por algunos sectores de la sociedad como “fáciles”. Curiosamente, a nadie le preocupaba que un hombre pudiera quitarse la ropa rápidamente o no. Ni qué decir tiene que, en unos años, ideas estúpidas como esa (que acompañan a menudo a nuevas invenciones) fueron desapareciendo y hoy nadie da mayor importancia a las cremalleras. Originalmente eran de metal: las cremalleras más parecidas a las de Sundback que puedes encontrar hoy son las de los pantalones vaqueros. Sin embargo, hoy en día se fabrican mejor diseñadas que entonces, más ligeras (suelen ser de plástico) y se enganchan menos, los cierres son más pequeños… pero su diseño esencial y la idea de “enganchar cierres mediante una Y” siguen siendo fieles al concepto de Sundback. Por otro lado, tampoco olvidemos a Judson y Howe, sin los que el sueco no hubiera desarrollado tan útil invento. Por cierto, el nombre cremallera viene del francés crémallière, que a su vez proviene del latín cramaculus, a su vez proveniente del griego kremastê, que significa “que cuelga”. No tengo la más mínima idea de por qué se llamó a este invento de ese modo (el nombre en inglés, zipper, parece deberse al sonido que hace al abrirla o cerrarla). La mejor pista que he encontrado es que crémaillère se utilizaba en francés para designar la cadena metálica de la que colgaba la olla sobre el fuego de la chimenea. Si alguien tiene información, ya sabéis. Comparte esta entrada:

UNA FORTUNA ENTERRADA AL PIE DE UN MOLINO

• Una fortuna enterrada al pie de los molino 500 molinos de viento serán sembrados en Uruguay en los próximos años. Para el 2015 el 30% de la energía que se consuma en el país vendrá del viento. La historia de estos artefactos, que cambiarán la matriz energética nacional, se origina en las primeras décadas de 1800. Los primeros molinos fueron construidos por un empresario que debió enterrar su fortuna en monedas de oro al pie de un molino, para ya nunca volver a encontrarla. En otros tiempos los molinos de viento en Montevideo eran grandes construcciones circulares de ladrillo, de brazos cortos y cruzados, unidos por un eje. Con ese mecanismo más la complicidad del viento, realizaban una serie de tareas misteriosas que los ladrillos logran ocultar, como moler, estrujar, machacar, bombear agua y también como ahora, generar electricidad. Los primeros molinos de Montevideo los construyó Juan Caviglia, un genovés que llegó al Uruguay en el año 1839, escapando de su familia y del servicio militar. Caviglia construyó el molino de Santa Gema e hizo una gran fortuna, pero apremiado por la voracidad del dictador Lorenzo Latorre, enterró dos baúles llenos de monedas de oro por los alrededores del molino que él mismo había construido. Después, aunque se practicaron más de cien pozos, los baúles nunca aparecieron. Hoy existen en la capital algunos esqueletos de molinos, conos truncos de ladrillo como el que se encuentra en la parroquia Santa Gema en Montevideo en el cruce de las calles Belloni y Roma, en el barrio Flor de Maroñas. También conocida como Casa de Nazaret, esta parroquia tiene una enredadera que oculta la historia de Juan Caviglia, Al costado de Cuchilla Grande Juan Caviglia compró mil cuadras de campo, plantó trigo y se vinculó con los hombres más poderosos de la época y convertido en empresario solvente, le dio enorme prosperidad a la Curva de Maroñas. Cuando se enteró de las intenciones de Lorenzo Latorre de allanar su casa en busca de sus bienes y decidido a no perder su fortuna, enterró dos baúles llenos de monedas de oro, cerca del molino que él mismo había construido. Logró salvar su riqueza, pero después, aunque se practicaron más de cien pozos buscando los baúles, más otros tesoros enterrados, nunca apareció nada. . Pueden estar debajo de alguna casa, o del empedrado en medio de la calle, quizá alguien los encontró, o Juan Caviglia no contó toda la verdad, ¿cómo saberlo? Por ahora, el tesoro como los molinos, forman parte del anecdotario de Montevideo. La Parroquia Santa Gema ubicada en Roma y Belloni en el barrio Flor de Maroñas a pesar de que siempre está cerrada, basta un timbrazo en la casa parroquial para ser bien recibido. En la parroquia se efectúan bautismos y algunos casamientos, dos o tres por año y misas sábados y domingos. Varias son las instalaciones que rodean la parroquia, todas apuntan a la formación, educación y recreación, retiros espirituales, contención para jóvenes, alcohólicos, drogadictos, cursos incluyendo un coro que dirige la Sra. Beatriz, compuesto por un hombre y muchas señoras. A pesar de que el diseño de estas máquinas varía con las diferentes regiones, geográficas, el principio es el mismo para todos, un simple cruzamiento de brazos reunidos por un eje, transformaban el viento en energía aprovechable. Ya los persas en el siglo VII D.C. con el mismo mecanismo pero a mano, resolvían el riego y la molienda. Después su uso se difundió por los países árabes, luego llegaron a Europa, alrededor de los siglos XI y XII. En España hace muchos años Don Quijote se encargó de convertirlos en gigantes. En Holanda en el siglo XIX ya se habían construido más de nueve mil e Inglaterra por no quedarse atrás en la misma época, contando con sus vientos marinos a fines del mismo siglo, ya tenía alrededor de diez mil. Bibliografía: Diario “El País” Suplemento “Los barrios de mi ciudad” del 19 de agosto de 1964. Datos proporcionados por el Padre Federico Soneira perteneciente a la Comunidad Misionera de los Pasionistas de la Parroquia Santa Gema o Casa de Nazaret.

HISTORIA DE LA VESTIMENTA

HISTORIA DE LA VESTIMENTA La primera vestimenta fue de cueros y pieles. Y esta moda persistió a través del tiempo, ya que hoy también vemos prendas hechas de estos materiales. Luego aparecieron las telas fabricadas en telar. Se cree que el telar existe desde hace unos 7 mil años. En la Edad Media comenzaron a realizarse los tejidos de punto, hasta el siglo XIX, se usaban elementos naturales para fabricar las telas, como algodón, lana y seda. En las últimas décadas de ese siglo, hacen su aparición las fibras sintéticas, usándose en la fabricación de telas. Luego se redujo en gran manera el mercado de géneros, dado que las prendas comenzaron a comprarse hechas. Aunque todavía había un gran porcentaje de hechura a mano, se hizo notoria la gran producción industrial. En el proceso de llegar a la prenda hecha, se fueron siguiendo muchos pasos: fabricación y preparación del hilo en usos, armado de conos, teñido, hechura de la tela, confección, siendo, a veces, necesario realizar otros procedimientos como impermeabilización o antiarrugas. En 1733, el inglés John Kayd Lancashire, logró el primer adminículo manual que dió luego lugar a la lanzadera. En 1889, James Northrop construyó el primer telar que daba 150 pasadas por minuto. Desde fines del Siglo XX, la falta de tiempo de la mujer por su actividad en el área laboral, hizo que comenzara a volcarse a la ropa de fibras artificiales para los niños, dado que no requieren cuidados especiales. Ya desde mediados del Siglo XX, cuando el vienés Walter Artzt, realizó una prenda para bebés, de una sola pieza, llamada enterito, con prendedura que permitía cambiar los pañales sin desvestir al niño, fue adoptado con mucho entusiasmo, convirtiéndose en una prenda que gozó de gran éxito. En los años 40 comenzaron a aparecer las prendas unisex, las cuales tuvieron mucho auge entre los jóvenes. Y año tras año, el vestuario va sufriendo transformaciones y nuevas tendencias en manos de prestigiosos diseñadores que van dejando su sello personal en cada creación. Y a medida que pasan los tiempos la moda van cambiando más rápidamente. Lo que se usó el año pasado ya éste no tiene vigencia. La vorágine de la vida actual, donde todo es cada vez más rápido, si es posible a la velocidad de un click de nuestra computadora, incide también en el mundo del diseño. ¿Adónde nos conduce esta carrera que no conoce fronteras? Ya no hablemos del mundo del diseño. En todos “los mundos” se nos ha metido este loco aceleramiento. ¿Y si volvemos a la rueca? De vez en cuando nos haría bien parar un poquito...digo... por nuestra salud... ¿usted que piensa?

martes, 27 de enero de 2015




LO QUE VA DE AYER A HOY  

Ya que estamos tan cerca de que las playas se conviertan en el paseo preferido de los montevideanos, veamos como fueron los primeros días de Pocitos.

La historia de Pocitos comienza en 1886 cuando Juan Pedro Ramírez  proyectó la fundación del pueblo “Nuestra Señora de los Pocitos” .
Luego grandes urbanizadores como Francisco Piria y Florencio Escardó crearon diferentes barrios al ampliar el proyecto inicial al norte y al oeste.

Cuenta el Dr. Nigro que la costa de Pocitos era mucho mas ancha que ahora,  tanto que el Hotel de los Pocitos estaba edificado sobre la arena y tenia una terraza que al  prolongarse  cien metros sobre el agua,  dividía la costa en dos.
Durante todos esos años, las arenas, el sol y la costa, no tenían la valoración de hoy.

Las mujeres adoraban ser blancas y muy pocas se animaban a quemarse, ya que el tostado mas tarde tan atractivo, implicaba pertenecer a las clases sociales mas bajas, solo se quemaban los que, por necesidad, debían exponerse al sol.

Ir a la playa era apenas cambiar un vestido, con media manga, pantalón largo y como única licencia un pequeño escote  que completaba una gorra protectora y un sin sentido cinturón,

Pero a partir de los años veinte la mujer empieza a liberarse de algunas costumbres y elementos tortuosos como el corsé, las enaguas superpuestas, la estrechez del talle y otros pudorosos tapamientos.

Aparecieron las rodillas al acortase el pantalón, los brazos con las mangas cortas, inventaron el pollerín y las mas refinadas completaban el atuendo,  con guantes protectores y presumidos.

Para los hombres el atuendo playero era casi un traje de calle,  se tapaban desde el cuello, incluidos brazos y piernas, completaba el equipo playero ciudadano, el infaltable sombrero de paja o panamá, que nunca fue de Panamá.

Pero el correr de los años modifica los hábitos y también le llega la hora a la ropa playera, indicativo de cambios en las costumbres y el pensamiento.

Hoy dos minúsculos trozos de tela estratégicamente colocados, dibujan un triangulo tegumentario en claro handicap textil, frente al evolucionado 2010.

Así descubrimos que casi estamos como cuando llegamos al mundo, un mínimo taparrabos, hilo dental, que quizás inspirado en la memoria de nuestros antepasados, ha logrado superarlos.