martes, 27 de enero de 2015




LO QUE VA DE AYER A HOY  

Ya que estamos tan cerca de que las playas se conviertan en el paseo preferido de los montevideanos, veamos como fueron los primeros días de Pocitos.

La historia de Pocitos comienza en 1886 cuando Juan Pedro Ramírez  proyectó la fundación del pueblo “Nuestra Señora de los Pocitos” .
Luego grandes urbanizadores como Francisco Piria y Florencio Escardó crearon diferentes barrios al ampliar el proyecto inicial al norte y al oeste.

Cuenta el Dr. Nigro que la costa de Pocitos era mucho mas ancha que ahora,  tanto que el Hotel de los Pocitos estaba edificado sobre la arena y tenia una terraza que al  prolongarse  cien metros sobre el agua,  dividía la costa en dos.
Durante todos esos años, las arenas, el sol y la costa, no tenían la valoración de hoy.

Las mujeres adoraban ser blancas y muy pocas se animaban a quemarse, ya que el tostado mas tarde tan atractivo, implicaba pertenecer a las clases sociales mas bajas, solo se quemaban los que, por necesidad, debían exponerse al sol.

Ir a la playa era apenas cambiar un vestido, con media manga, pantalón largo y como única licencia un pequeño escote  que completaba una gorra protectora y un sin sentido cinturón,

Pero a partir de los años veinte la mujer empieza a liberarse de algunas costumbres y elementos tortuosos como el corsé, las enaguas superpuestas, la estrechez del talle y otros pudorosos tapamientos.

Aparecieron las rodillas al acortase el pantalón, los brazos con las mangas cortas, inventaron el pollerín y las mas refinadas completaban el atuendo,  con guantes protectores y presumidos.

Para los hombres el atuendo playero era casi un traje de calle,  se tapaban desde el cuello, incluidos brazos y piernas, completaba el equipo playero ciudadano, el infaltable sombrero de paja o panamá, que nunca fue de Panamá.

Pero el correr de los años modifica los hábitos y también le llega la hora a la ropa playera, indicativo de cambios en las costumbres y el pensamiento.

Hoy dos minúsculos trozos de tela estratégicamente colocados, dibujan un triangulo tegumentario en claro handicap textil, frente al evolucionado 2010.

Así descubrimos que casi estamos como cuando llegamos al mundo, un mínimo taparrabos, hilo dental, que quizás inspirado en la memoria de nuestros antepasados, ha logrado superarlos. 

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