miércoles, 28 de enero de 2015
HISTORIA DEL CIERRE METÁLICO
CIERRE METALICO HISTORIA
Hubo un tiempo en el que no había cremalleras: tampoco eran muy necesarias, pues existían otras formas de cerrar prendas o de unir piezas de tela como botones y cordones. Sin embargo esos dos sistemas tenían dos problemas comunes para algunos usos, por un lado, eran muy lentos para abrir o cerrar y por otro siempre dejaban espacios abiertos.
Como ocurre muchas veces, la cremallera no apareció de la nada, sino que evolucionó a través de la mano de varios inventores.
La primera patente de algo similar a lo que conocemos como cierre metálico, es un sistema inventado por Elias Howe. en 1851 en Estados Unidos.
Este sistema consistía en una serie de pequeños broches unidos en el medio de una tela. Eran dos piezas de dientes que encastraban perfectamente, tanto para abrir como para cerrar una prenda, con topes en ambos extremos.
El sistema no era perfecto, pero la idea era ingeniosa, pasaron 40 años mas para que apareciera otro norteamericano llamado Judson que le hizo algunos cambios que no fueron suficientes.
Después un sueco Gideon Sundback, en 1914, mejoro todos los diseños anteriores logró esa maravilla de precisión que es el cierre metálico.
Por fin existía un cierre que se utilizaría en tiendas de campaña, trajes de buceo, etc. Indudablemente deslizar la pieza móvil para abrir o cerrar la cremallera es infinitamente más rápido que abrir o cerrar botones Salvo que alguna pieza se enganche donde no debe, que a veces pasa, claro.
Al principio formaron parte de botas y tabaqueras, pero con el tiempo su uso se fue extendiendo. En los años 20 se empezaron a utilizar en pantalones y en ropa de niño, y en los años 30 la diseñadora Elsa Schiaparelli las incluyó en algunos de sus diseños de vestidos de alta costura.
En poco tiempo la cremallera formaba parte de la ropa en muchos países: el mayor fabricante actual de cremalleras, la empresa japonesa YKK, fue fundada en 1934 por Tadao Yoshida, y Japón fabrica más de la mitad de las cremalleras del mundo.
Al principio, las cremalleras tuvieron mala reputación. El hecho de que permitieran a una mujer quitarse el vestido muy rápido era considerado por algunos como favorecedor del sexo ilícito, de modo que las mujeres que utilizaban cremalleras eran consideradas por algunos sectores de la sociedad como “fáciles”. Curiosamente, a nadie le preocupaba que un hombre pudiera quitarse la ropa rápidamente o no. Ni qué decir tiene que, en unos años, ideas estúpidas como esa (que acompañan a menudo a nuevas invenciones) fueron desapareciendo y hoy nadie da mayor importancia a las cremalleras.
Originalmente eran de metal: las cremalleras más parecidas a las de Sundback que puedes encontrar hoy son las de los pantalones vaqueros. Sin embargo, hoy en día se fabrican mejor diseñadas que entonces, más ligeras (suelen ser de plástico) y se enganchan menos, los cierres son más pequeños… pero su diseño esencial y la idea de “enganchar cierres mediante una Y” siguen siendo fieles al concepto de Sundback. Por otro lado, tampoco olvidemos a Judson y Howe, sin los que el sueco no hubiera desarrollado tan útil invento.
Por cierto, el nombre cremallera viene del francés crémallière, que a su vez proviene del latín cramaculus, a su vez proveniente del griego kremastê, que significa “que cuelga”. No tengo la más mínima idea de por qué se llamó a este invento de ese modo (el nombre en inglés, zipper, parece deberse al sonido que hace al abrirla o cerrarla). La mejor pista que he encontrado es que crémaillère se utilizaba en francés para designar la cadena metálica de la que colgaba la olla sobre el fuego de la chimenea. Si alguien tiene información, ya sabéis.
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