lunes, 5 de noviembre de 2012

El coraje del Dr. Brendel



 El coraje del Dr.  Carl Brendel

El decía que quería ser medico para el alma,  nunca sólo para firmar recetas, en  Montevideo tuvo ocasión de demostrarlo.

Era Carl Brendel un médico alemán doctorado en Munich que decidió trasladarse a Montevideo a practicar medicina en el año 1867, donde vivió hasta el año 1892.

Cuando volvió  a  Alemania escribió los recuerdos de lo vivido en Montevideo, donde había cumplido una extensa y fructífera labor profesional.
Después dos autores uruguayos Fernando Mané Garzón y Ángel Ayestaran, editaron sus memorias, que constituyen un aporte muy valioso para la medicina uruguaya.

En ellas, entre muchas cosas, se cuenta un episodio vivido con uno de los hombres mas odiados de la época: José Gregorio Suárez, más conocido como Goyo Jeta.

El Dr. Brendel lo describió en sus memorias como un gigante deforme,  “colgado dentro de su uniforme, medio mulato, medio indio, desfigurado por las cicatrices de la viruela, con mirada de tigre asustado y boca fea y gigante.”

Era uno de los hombres mas odiados del país,  había sido Ministro de Guerra y Marina bajo la presidencia del Gral Lorenzo Batlle y como guerrero era temido más que en las batallas, cuando estas terminaban.

Su figura histórica no fue asumida ni por sus enemigos ni por sus correligionarios, y ha quedado como símbolo del odio y de crueldad.
Fue sin embargo, tan sólo un hombre de su tiempo,  bravío de odios y revanchas.

Porque “se sabía que él sentado sobre el tambor del regimiento, les cortaba la cabeza con sus propias manos a muchas docenas de prisioneros”, hecho denunciado por su secretario Carlos Maria Ramírez, que por eso lo llamaba Goyo Sangre.

Cuando enfermo fue a consultar al medico alemán y al Dr. Francisco Vidal en enero de 1887,  estaba mas desfigurado aun.  
“debido a una enorme hinchazón que tenía desde la mitad de la cara, pasaba por el cuello y seguía hasta el hombro.”

Después de la consulta Vidal y Brendel discutieron el caso, el alemán era partidario de una intervención quirúrgica inmediata, Vidal asustado le recordó la ferocidad del paciente,  que siempre llevaba escondidas  debajo del poncho,  dos pistolas.

El Dr. Brendel no hizo caso y decidió operar., el enfermo aceptó y se entregó absolutamente confiado y  mientras el médico operaba, el paciente que  había olvidado su nombre o le resulta difícil de pronunciar,  lo bautizó: “el gringo de confianza””

La operación fue un éxito, Brendel en sus memorias cuenta: “..yo tenía en la mano un cuchillo bien afilado decidido a cortarle la yugular, si me  atacaba.

“Sin embargo su comportamiento no tuvo objeciones, estuvo manso como un cordero”, dejo Brendel constancia en su diario.












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