martes, 16 de junio de 2009

BARRIO REUS AL NORTE


Este fue un barrio, planificado como un gran negocio inmobiliario, pero resultó un rotundo fracaso y en el intento de evitarlo, los inversores, recurrieron a todo.

Empezaron por emitir clandestinamente, tres millones de pesos, que hicieron tambalear la Bolsa montevideana y provocaron la quiebra de un banco.

Sin embargo, no todo se perdió, la realidad del Barrio Reus al Norte, se convirtió en un irrepetible reducto urbano, dotado con imagen propia, que amparó muchos inmigrantes europeos.

Esta es su historia.

Cercano al Palacio Legislativo, a fines del siglo pasado, nació el Barrio Reus al Norte, exponente de una época de afirmación democrática.

La idea fue de Emilio Reus, financista español y su Compañía Nacional de Crédito y Obras Públicas.

Para edificarlo, se dispuso de sesenta y seis hectáreas, ubicadas en la zona nueva de Montevideo. para levantar rápidamente miles de casas para obreros, que por ese entonces se veían obligados a vivir en casas de inquilinato, o en pensiones insalubres.

Era gente de trabajo, inmigrantes, especialmente judíos, algunos carpinteros, zapateros o pequeños comerciantes.

El proyecto empleó milquinientas personas y quinientos carros de tiro, pero una larga serie de días de lluvia, lo complicó todo.

No se pudo cumplir con los pagos y no faltaron las huelgas, que aunque parece un recurso de estos tiempos, ya se practica en ese entonces.

Para sortear esas dificultades, los constructores apelaron a la emisión clandestina de tres millones de pesos en acciones, por medio de la Compañía Nacional.

Por causa de estos tres millones de pesos, tambaleó la Bolsa montevideana, quebró la Compañía Nacional y Emilio Reus se vio obligado a ceder sus derechos sobre el proyecto.

El barrio se remató y el Banco Hipotecario se hizo cargo de la administración, que además le cambio el nombre de Reus, por el de Villa Muñoz.

Sus calles, como Emilio Reus, Colegiales o el Pasaje de la Fuente, son estrechas y de veredas angostas.

Con casitas iguales, de dos plantas, muy próximas entre si, que hacen muy fáciles las relaciones entre los vecinos.

En otros tiempos en ese barrio, las esquinas exhibían buhardillas de techos de madera, cubiertas de pizarra negra, que le daban un inconfundible aire parisino. Las llamadas mansardas, debido a que fue un arquitecto francés, llamado Mansard, que inventó estos techos.

Lamentablemente hoy, por lo menos la mitad, han desaparecido, a pesar de que en el año 1993, la escuela de Bellas Artes, restauró y pintó los frentes de las casas de la calle Emilio Reus, lo que le dio al barrio un peculiar estilo, que lo diferencia del resto de los barrios montevideanos.

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