Punta Carretas, es el barrio más austral de la República, Según Barrios Pintos, le debe su nombre a un sacerdote francés Louis Feuillée, que estuvo por estas tierras, allá por el año 1708.
Además de sacerdote, era investigador y biólogo, parece que le llamó la atención “un cabo que avanza en el río, a dos leguas de la punta que cierra la bahía de Montevideo, a causa de las varias rocas que asoman y de otras muy escondidas, que están debajo de las aguas”
Seguramente las rocas le parecieron carretas y ese podría ser, el origen del nombre de la zona.
Esta zona tiene una franja costera, casi escondida y que nos lleva al Faro Punta Carretas, que en realidad, se llama se llama “Punta Brava”.
Para llegar hasta él, hay que recorrer un camino artesanal, que sale a la altura de la rambla y Boulevard Artigas y baja hacia el río, presidido por el magnífico bronce de Juan Zorrilla de San Martín.
Mirando a la izquierda, una larga loma verde, impide ver donde se reúne la tierra con el agua.
La loma son cuatro hectáreas, que poseen algunas especies indígenas, como espinillo, palmar de butiá, timbó, ceibos,
Por allí la gente pasea, absolutamente ajenos a lo que pasa al otro lado de la rambla.
Más adelante un murallón de piedra, construido cuidadosamente y además adornado con un diseño geométrico, contiene el agua de los frecuentes temporales de la zona.
Si miramos a la derecha, el paisaje es otro. Palmeras muy altas, habituadas al fragor y al embate
de los vientos, un suelo árido, restos de alambrado y después la Estación Meteorológica de la Armada y una oficina de Antel, que está en constante comunicación con los navegantes.
A medida que avanzamos van apareciendo construcciones de piedra, algunos árboles, cuyos troncos delatan su dura y larga existencia.
Para los amantes del mar, de la pesca, de la parrilla, hay tres clubes que ofrecen, además, derroche de naturaleza, aquí nomás, a un pasito del centro.
Y como presidiendo el espectáculo, se eleva solemne y vertical, al fin del camino, el Faro de Punta Brava o de Punta Carretas.
Hoy apagará su luz a la hora indicada y volverá a destellar sin fallar ni una sola vez, un destello blanco y uno rojo, cada cinco segundos.
Desde al año 1876, se refleja en el Atlántico y advierte a los barcos, que por aquí no se puede pasar, no es zona de navegación.
Además de sacerdote, era investigador y biólogo, parece que le llamó la atención “un cabo que avanza en el río, a dos leguas de la punta que cierra la bahía de Montevideo, a causa de las varias rocas que asoman y de otras muy escondidas, que están debajo de las aguas”
Seguramente las rocas le parecieron carretas y ese podría ser, el origen del nombre de la zona.
Esta zona tiene una franja costera, casi escondida y que nos lleva al Faro Punta Carretas, que en realidad, se llama se llama “Punta Brava”.
Para llegar hasta él, hay que recorrer un camino artesanal, que sale a la altura de la rambla y Boulevard Artigas y baja hacia el río, presidido por el magnífico bronce de Juan Zorrilla de San Martín.
Mirando a la izquierda, una larga loma verde, impide ver donde se reúne la tierra con el agua.
La loma son cuatro hectáreas, que poseen algunas especies indígenas, como espinillo, palmar de butiá, timbó, ceibos,
Por allí la gente pasea, absolutamente ajenos a lo que pasa al otro lado de la rambla.
Más adelante un murallón de piedra, construido cuidadosamente y además adornado con un diseño geométrico, contiene el agua de los frecuentes temporales de la zona.
Si miramos a la derecha, el paisaje es otro. Palmeras muy altas, habituadas al fragor y al embate
de los vientos, un suelo árido, restos de alambrado y después la Estación Meteorológica de la Armada y una oficina de Antel, que está en constante comunicación con los navegantes.
A medida que avanzamos van apareciendo construcciones de piedra, algunos árboles, cuyos troncos delatan su dura y larga existencia.
Para los amantes del mar, de la pesca, de la parrilla, hay tres clubes que ofrecen, además, derroche de naturaleza, aquí nomás, a un pasito del centro.
Y como presidiendo el espectáculo, se eleva solemne y vertical, al fin del camino, el Faro de Punta Brava o de Punta Carretas.
Hoy apagará su luz a la hora indicada y volverá a destellar sin fallar ni una sola vez, un destello blanco y uno rojo, cada cinco segundos.
Desde al año 1876, se refleja en el Atlántico y advierte a los barcos, que por aquí no se puede pasar, no es zona de navegación.
1 comentario:
La Isla de Lobos e sdsin duda uno de los mejores lugares a visitar en Punta del Este, pricipalmente para quienes le guste la tranquilidad.
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