miércoles, 17 de junio de 2009

CON LOS OJOS EN EL CIELO


Montevideo es una ciudad que no deja de asombrarnos, siempre hay algo más.
Hoy la propuesta es que disfrutemos de su arquitectura, pero con cuidado, porque debemos poner “los ojos en el cielo” y descubrir algunas esquinas, coronadas con cúpulas, que parecen producto de una alucinación.
Es el arte de las cúpulas, que nos vincula con la más suntuosa y valiosa arquitectura universal, tanto la religiosa, como la arquitectura civil.
La ciudad de Montevideo, por el origen de su población, no podía estar ajena al arte de rematar edificios con cúpulas y de esa manera ponderar algunas esquinas y ofrecernos muestras de maravillas arquitectónicas, que quizá no siempre apreciamos.

EDIFICIO SOROCABANA

Empezamos por un clásico, el Edificio Sorocabana, obra del Ingeniero Alberto Trigo, en el año 1925.
También es otra maravilla, el mítico café, en otros tiempo templo laico donde, durante cincuenta años se reunieron políticos, periodistas, intelectuales, bohemios.
El edificio combina materiales, colores, diseño desde el basamento hasta la cúpula.
La cúpula esbelta como todas, es fiel representante del espíritu encantador de la belle epoque.

LONDON PARÌS

El London París, es una silueta entrañable de la más famosa de las tiendas montevideanas.
Su edificio forma parte del más genuino acervo arquitectónico de Montevideo.
Y es referencia imborrable, con un tropel de evocaciones que forman parte de la mística montevideana.
La riqueza del diseño de todo el edificio, los diferentes balcones de un piso a otro, culminan en un techo en mansarda, que se interrumpe en la esquina, para dar lugar a una construcción octogonal donde se lee “London París” 1908, debajo del reloj.
Luego un templete circular sostiene la cúpula, dominada por la escultura de un Atlas, sosteniendo el mundo.

EDIFICIO REX

En 18 de Julio y Julio Herrera y Obes, otro hito arquitectónico montevideano, se aprecia especialmente desde la Avenida del Libertador, se ofrece como el remate visual de la avenida.
Este edificio es obra del Arquitecto Jones Brown, del año 1928, hoy edificio de apartamentos y locales comerciales.
Sobresale si lo comparamos con sus vecinos, por la su altura y la decoración vertical de su fachada, el diseño de los la balcones todos diferentes y finalmente el remate de maravilla de la cúpula.
Está sostenida primero por un mirador, luego un templete y finalmente aparece la cúpula, decorada con azulejos de muchos colores.

PALACIO MAREXIANO

De la cúpula de 18 de Julio y Julio Herrera y Obes nos vamos al Palacio Marexiano, ubicado en Uruguay y Paraguay.
En este hermosisimo edificio, hay una fuerte influencia de la arquitectura francesa, es muy ornamentado, se ve en las aberturas, la herrería, las cornisas.
La esquina está tratada especialmente, allí comienza una torre de base circular que se remata en una cúpula, que los entendidos llaman “de gota de agua” o “cúpula acebollada”.

HOTEL MERCEDES y RONDEAU

Otra maravilla, un viejo hotel, otra esquina coronada con un edificio con una hermosísima cúpula, elegante como todas.

PALACIO SALVO

Tiene vocación de rascacielos, es un emblema montevideano, ubicado frente a la Plaza Independencia, cierre de lujo para nuestra principal avenida.
Quién no asocia Montevideo con esa silueta?
Su cúpula principal es un hito ineludible, quien no la reconocería? quizás sea de las más miradas de esta ciudad.
Las otras cuatro cúpulas, que por estar integradas en el conjunto del edificio, no son tan visibles.
El palacio es obra del Arquitecto Palanti y del Ingeniero Gori Salvo, por encargo de los hermanos Salvo, su destino original era ser un hotel muy lujoso.
El palacio Salvo y su gemelo en Buenos Aires el Palacio Barolo, obra del mismo arquitecto, fueron pensados “como columnas de Hèrcules”.
Originalmente la idea de Palanti fue incorporarle al palacio, faros que se pudieran observar a través de la costa, pero la curvatura de la tierra, se lo impidió.

martes, 16 de junio de 2009

FARO DE PUNTA CARRETAS


Punta Carretas, es el barrio más austral de la República, Según Barrios Pintos, le debe su nombre a un sacerdote francés Louis Feuillée, que estuvo por estas tierras, allá por el año 1708.

Además de sacerdote, era investigador y biólogo, parece que le llamó la atención “un cabo que avanza en el río, a dos leguas de la punta que cierra la bahía de Montevideo, a causa de las varias rocas que asoman y de otras muy escondidas, que están debajo de las aguas”
Seguramente las rocas le parecieron carretas y ese podría ser, el origen del nombre de la zona.

Esta zona tiene una franja costera, casi escondida y que nos lleva al Faro Punta Carretas, que en realidad, se llama se llama “Punta Brava”.

Para llegar hasta él, hay que recorrer un camino artesanal, que sale a la altura de la rambla y Boulevard Artigas y baja hacia el río, presidido por el magnífico bronce de Juan Zorrilla de San Martín.

Mirando a la izquierda, una larga loma verde, impide ver donde se reúne la tierra con el agua.
La loma son cuatro hectáreas, que poseen algunas especies indígenas, como espinillo, palmar de butiá, timbó, ceibos,

Por allí la gente pasea, absolutamente ajenos a lo que pasa al otro lado de la rambla.
Más adelante un murallón de piedra, construido cuidadosamente y además adornado con un diseño geométrico, contiene el agua de los frecuentes temporales de la zona.

Si miramos a la derecha, el paisaje es otro. Palmeras muy altas, habituadas al fragor y al embate
de los vientos, un suelo árido, restos de alambrado y después la Estación Meteorológica de la Armada y una oficina de Antel, que está en constante comunicación con los navegantes.

A medida que avanzamos van apareciendo construcciones de piedra, algunos árboles, cuyos troncos delatan su dura y larga existencia.

Para los amantes del mar, de la pesca, de la parrilla, hay tres clubes que ofrecen, además, derroche de naturaleza, aquí nomás, a un pasito del centro.

Y como presidiendo el espectáculo, se eleva solemne y vertical, al fin del camino, el Faro de Punta Brava o de Punta Carretas.

Hoy apagará su luz a la hora indicada y volverá a destellar sin fallar ni una sola vez, un destello blanco y uno rojo, cada cinco segundos.

Desde al año 1876, se refleja en el Atlántico y advierte a los barcos, que por aquí no se puede pasar, no es zona de navegación.

CALLE CARLOS GARDEL Y SUS COLORES


A la altura del cruce de la calle Carlos Gardel y Zelmar Michelini por una cuadra, paredes, ventanas, puertas y rejas coloridas, forman un conjunto que va más allá de los muros, o de las puertas.

Con el nombre del mayor intérprete del tango, la calle pintada de color, se incerta en el gris tristón, tanguero y montevideano.

Quizá así se oculta el paso de los años y de las ausencias, o se disimula la madera gastada de tantas puertas, o las historias, las pequeñas, las diarias, las vidas, las que casi nunca importan....

Y los vecinos se sienten dueños de la calle, convertida por la magia del color, que cambia el espíritu de la gente...

No son solo casas, una al lado de la otra, más allá de muros o de puertas, los colores, el sol y el cielo, le ponen un brillo especial y la gente transformada, le dio su toque a la calle.

Y la vida y la calle se colorearon para siempre...

BARRIO REUS AL NORTE


Este fue un barrio, planificado como un gran negocio inmobiliario, pero resultó un rotundo fracaso y en el intento de evitarlo, los inversores, recurrieron a todo.

Empezaron por emitir clandestinamente, tres millones de pesos, que hicieron tambalear la Bolsa montevideana y provocaron la quiebra de un banco.

Sin embargo, no todo se perdió, la realidad del Barrio Reus al Norte, se convirtió en un irrepetible reducto urbano, dotado con imagen propia, que amparó muchos inmigrantes europeos.

Esta es su historia.

Cercano al Palacio Legislativo, a fines del siglo pasado, nació el Barrio Reus al Norte, exponente de una época de afirmación democrática.

La idea fue de Emilio Reus, financista español y su Compañía Nacional de Crédito y Obras Públicas.

Para edificarlo, se dispuso de sesenta y seis hectáreas, ubicadas en la zona nueva de Montevideo. para levantar rápidamente miles de casas para obreros, que por ese entonces se veían obligados a vivir en casas de inquilinato, o en pensiones insalubres.

Era gente de trabajo, inmigrantes, especialmente judíos, algunos carpinteros, zapateros o pequeños comerciantes.

El proyecto empleó milquinientas personas y quinientos carros de tiro, pero una larga serie de días de lluvia, lo complicó todo.

No se pudo cumplir con los pagos y no faltaron las huelgas, que aunque parece un recurso de estos tiempos, ya se practica en ese entonces.

Para sortear esas dificultades, los constructores apelaron a la emisión clandestina de tres millones de pesos en acciones, por medio de la Compañía Nacional.

Por causa de estos tres millones de pesos, tambaleó la Bolsa montevideana, quebró la Compañía Nacional y Emilio Reus se vio obligado a ceder sus derechos sobre el proyecto.

El barrio se remató y el Banco Hipotecario se hizo cargo de la administración, que además le cambio el nombre de Reus, por el de Villa Muñoz.

Sus calles, como Emilio Reus, Colegiales o el Pasaje de la Fuente, son estrechas y de veredas angostas.

Con casitas iguales, de dos plantas, muy próximas entre si, que hacen muy fáciles las relaciones entre los vecinos.

En otros tiempos en ese barrio, las esquinas exhibían buhardillas de techos de madera, cubiertas de pizarra negra, que le daban un inconfundible aire parisino. Las llamadas mansardas, debido a que fue un arquitecto francés, llamado Mansard, que inventó estos techos.

Lamentablemente hoy, por lo menos la mitad, han desaparecido, a pesar de que en el año 1993, la escuela de Bellas Artes, restauró y pintó los frentes de las casas de la calle Emilio Reus, lo que le dio al barrio un peculiar estilo, que lo diferencia del resto de los barrios montevideanos.

BARRIO BUCEO


Es una zona de Montevideo que rompe con la línea de la costa, donde se arma una ensenada, apetecible desembarcadero del período colonial.

Durante la Guerra Grande se convirtió en puerto de la Villa Restauración, del cual nos queda como recuerdo, la Aduana de Oribe.
Desde los primeros hundimientos, como el de Nuestra Señora de la Luz, el rescate de objetos de oro y otras cosas, termino dándole nombre a la zona.

Pasaron muchos años hasta que se empezó a poblar, pero antes de ser zona urbana ya se había empezado a diseñar el Camino Aldea, hoy conocido como Av. Italia.

Finalmente allí se afincaron algunas industrias y más tarde, por el corrimiento natural de la población, se convirtió en lugar para vivir.


Hoy la caracterizan además del pequeño puerto, el edificio del Yacht Club, con un diseño muy moderno para la época, empequeñecido después por otros ejemplos de arquitectura de su entorno, el cementerio, algunos famosos ranchos, otras veces “bulines”, donde alrededor del 1920 se mezclaban los pescadores con los estudiantes.

Es ineludible referente de la zona, el museo Oceanográfico, con su mezcla de leyendas, fue cabaret, fue morgue? Sea como sea, se mantiene en la cresta de la curva, como Museo Zoológico Dámaso Antonio Larrañaga.

domingo, 17 de mayo de 2009

MONTEVIDEO SE MAQUILLA Publicado por el Diario El Pais Montevideo

Ciudad: Montevideo se maquilla para ir al cine Ciudad escenográfica. Además del bajo costo y las distancias cortas, la capital ofrece como ventaja lugares que son parecidos a otras partes del mundo La Intendencia elabora una guía de locaciones ANA PAIS Y XIMENA AGUIAR El Hospital Italiano tiene un aire florentino, el barrio jardín sobre Parra del Riego es similar a zonas de París, lo que se conserva del Parque Capurro parece San Sebastián. Pero no lo son. De ahí uno de los atractivos cinematográficos de Montevideo. Además de controlar las obras en edificios de interés histórico, la Unidad del Patrimonio de la Intendencia asesora a la Unidad de Locaciones Montevideanas e incluso a productoras privadas sobre rincones de la capital que se parecen a distintas partes del mundo, para recrear los escenarios que necesita la ficción audiovisual. -Necesitamos ambientes italianos- le pidió una productora al director de la Unidad del Patrimonio, Francisco Bonilla. -¿Renacentista, manierista, barroco, romántico, sobre la costa...?- preguntó él. Después de pensarlo, la productora especificó: -Un ambiente que se parezca a la película El cartero de Neruda (de Michael Radford). -¿Como la casa solitaria en un alto en la que estaba el poeta o como el pueblito?- le repreguntó él. Finalmente, la productora se decidió por el pueblo y Bonilla le recomendó rodar en Santiago Vázquez, Sarandí Grande o Solís de Mataojo. "Las producciones audiovisuales que se hacen, ya sean publicitarias o de cine, en general recurren siempre a los mismos escenarios. Hay una cantidad de ambientes externos e internos que parecería que no supieran que existen", consideró Bonilla. "De ahí surgió la idea de hacer una especie de guía informativa de locaciones, para que se conociera aquí y en el extranjero", contó. Con el apoyo de la Intendencia, pero sin un horario específico para realizarla, van armando la guía en los tiempos libres. Este tipo de guías "es muy común en otros países. Es la manera de vender el país, de promocionarlo como plaza fuerte para que vengan a filmar", señaló Carlos Pereira, de la Unidad de Locaciones. Se estima que por año ingresaron a Uruguay entre US$ 20 millones y US$ 25 millones por la actividad de producciones audiovisuales internacionales, generando empleo directo para unas 3.000 personas. Para ganar en la competencia por ese mercado internacional, Montevideo defiende sus ventajas. "Tiene una excelente logística, si bien a veces es complicado el tema de los vuelos. Tenés todo cerca: playa, ciudad, campo... Todos los paisajes en un máximo de 600 kilómetros. Eso es excelente, se cubren muy rápidamente las distancias y es clave a la hora de achicar los tiempos de filmación. Además hay muy buenos profesionales, con muchísima experiencia. En el tema de costos podemos estar a la par de otros países del Sur. Pero sabés que aquí se puede filmar tranquilo, no es como en San Pablo que tienen que estar cuidados por la Policía", dijo Pereira. A la diversidad de paisajes se suma otro plus: la variedad arquitectónica. Las sucesivas oleadas de inmigrantes y las modas estilísticas colaboraron en crear una ciudad con Otras notas de Ciudades Porque lo sano también es rico: celebran día del alimento natural Domingo 17.05.2009, 16:49 hs l Montevideo, Uruguay En El País Buscar

martes, 5 de mayo de 2009

PARA BUSCARTE MEJOR




Una enredadera oculta la historia de Juan Caviglia, un genovés que llegó al Uruguay, escapando de su familia y del servicio militar.

En esos tiempos el Coronel Lorenzo Latorre, ejercía la presidencia de la república, hombre autoritario que no consiguió intimidar al genovés.

Decidido a prosperar, compró mil cuadras de campo al costado de Cuchilla Grande, plantó trigo y se vinculó con los más poderosos de la época.

No demoró mucho en convertirse en un empresario solvente, le dio prosperidad a la Curva de Maroñas y construyó un molino, pegado a la Parroquia de Santa Gema.

Claro, tantas iniciativas y su jerarquía de revolucionario, despertaron las sospechas del temido coronel. Y Caviglia, que era un hombre precavido, enterado de las intenciones de Latorre de allanar su casa y en poder de una fortuna que no estaba dispuesto a perder, escondió sus monedas de oro en dos baúles y los enterró cerca del molino.

Logró salvar su patrimonio, pero después, aunque se cavaron más de cien pozos buscando los cofres, nunca aparecieron.

Pueden estar debajo de alguna casa, o de cualquier baldosa, en medio de la calle, quizá alguien los encontró o Juan Caviglia no contó toda la verdad, ¿cómo saberlo?

Pero, si por las dudas quiere probar suerte, la Parroquia Santa Gema está ubicada en Belloni y Roma, en el barrio Flor de Maroñas, pero el molino no se ve desde la calle.

Por ahora el tesoro como los molinos, forman parte del anecdotario de Montevideo, según cuenta el suplemento “Los barrios de mi ciudad” del diario El Pais del 19 de agosto de 1964.


Destacados: el Coronel Lorenzo Antonio Inocencio Latorre Janpen, Ministro de Guerra, en 1876 resolvió disolver las cámaras y ejerció el gobierno dictatorial durante tres años, desde 1876 hasta 1879, cuando fue nombrado presidente constitucional.

En 1880 después de un año de gobierno, presentó su renuncia declarando “que los orientales son ingobernables.”

Fue el mandatario que sobrevivió más tiempo luego de alejarse del cargo, vivió exiliado en Buenos Aires durante treinta y seis años.