domingo, 5 de octubre de 2008

CRIPTA DEL SEÑOR DE LA PACIENCIA Y LA HUMILDAD

Está ubicada sobre la calle Cerrito y Solís, a la derecha de la Iglesia San Francisco y podríamos decir que es subterránea, porque está varios metros por debajo de la calle, una larga escalera nos conduce a la cripta.
Allí nos encontramos con muros de dos metros de espesor, donde rebotan los murmullos y se multiplican en los arcos ojivales que van del techo al piso, el silencio invade todo el recinto, que huele a humedad y recogimiento.
Es un lugar donde han acudido en busca de consuelo generaciones y generaciones de uruguayos, desde el año 1900.
La leyenda: “Tu que pasas, mírame
Cuentas si puedes mis llagas
¡Ah hijo que mal me pagas
la sangre que derramé”
marca la entrada de la escalera a la cripta y se refiere a la talla de madera que un día emprendió viaje desde Perú, por el siglo XVIII.
Se detuvo en Asunción y más tarde no se sabe bien porque ni como, pero en carreta y vaya a saber porque caminos, llegó a Montevideo.
Primero a la casa de Ejercicios de los Padres Jesuitas, que estaba ubicada en Sarandí y Maciel.
Más tarde fue ubicada en la puerta de la cripta y dicen que era tanta la gente que llegaba, que el tranvía de caballos los viernes, no podía transitar por la calle Cerrito.
Entonces se pensó en arreglar las bóvedas de San Francisco y allí se ubicó definitivamente el Señor de la Paciencia, en el año 1900.
Es una imagen diferente, es un Cristo que está sentado, con la cabeza apoyada en su mano, en actitud pensativa o de escucha, está más atento que la mayoría de las imágenes de Jesús, como la de la cruz que es la que más se encuentra en los templos.
Es el Señor de la Paciencia, las velas encendidas dan un aspecto muy especial a este espacio sobrecogedor y humilde.
La talla es de madera europea, muy dura y pesada, con una extraña pátina, de autor desconocido, es visitada especialmente los viernes, por muchísimas personas.
El padre García contaba que a las 7am, cuando él abre la cripta, ya hay gente esperando, entran, saludan a su santo favorito y se van rápidamente.
Este espacio que en un momento fue pensado para Panteón Nacional es finalmente por mandato de monseñor Soler, Santuario Nacional del Señor de la Paciencia.
En esos muros de dos metros de espesor se pueden ver muchas leyendas, con letra desprolija, con faltas de ortografía con una enorme carga de sentimientos y de emoción, algunas hablan de dramas cotidianos, de soledades, de amores, de falta de trabajo.
Algunos se dirigen al Señor de la Paciencia como:”flaco o cachete” y a veces la leyenda esta seguida de las gracias por la ayuda concedida.

1 comentario:

Unknown dijo...

Tantos misterios y cosas hermosas que muchos ignoramos de nuestro querido Montevideo. Gracias!!